LA RUEDA DE LA VIDA

11.06.2014 17:47

Para el Budismo, nuestra vida en este planeta es simplemente para mejorar nuestra condición personal y desligarnos del ciclo continuo de los renacimientos que nos impone el karma. La Rueda de la Vida está compuesta de 4 círculos concéntricos y muestra las causas reales del sufrimiento, no de una forma pesimista, sino ofreciendo la posibilidad de redención a nuestra efímera existencia.
El círculo central, en su nivel más bajo, representa a 3 animales enlazados en un ciclo sin fin, un cerdo, una serpiente y un gallo, cada uno surgiendo del otro a modo de danza macabra. Estos 3 animales son los símbolos de los llamadas los "3 venenos" porque son la fuente de nuestros males que nos corroen por dentro. El gallo, del que nace la serpiente, representa la codicia, la avaricia, la vanidad o la lujuria junto con la sensación posterior de culpa, miedo o pánico cuando surge una contrariedad o se produce una pérdida.

La serpiente representa la natural tendencia a la agresión, nuestro instinto íntimo de egoísmo. Cuando no conseguimos lo que deseamos o vemos amenazado algún bien que nos pertenece, por naturaleza reaccionamos agresivamente. Estas situaciones en principio desfavorables nos brindan una excelente oportunidad para ejercitarnos en el autocontrol y en la práctica de la compasión.

De la boca de la serpiente surge el cerdo, la ignorancia, con unas orejas tan grandes que le ciegan los ojos, y así apenas puede conocer que ocurre a su alrededor. De la misma manera, nuestra perspectiva de la vida puede estar tan estrechamente influida por los factores culturales y sociales de nuestro entorno que perdemos de vista nuestra condición esencial de ser, impidiéndonos cualquier acercamiento a la toma de conciencia.
Resumiendo, nuestros esfuerzos por satisfacer frustrados deseos, están simbolizados por el gallo, y lo hacen por medio de la agresión (serpiente), haciéndonos insensibles e ignorantes (cerdo). Esta ignorancia nos empuja hacia el egoísmo y así renace de nuevo el gallo, condenándonos al ciclo imparable de la rueda del Sámsara.

 
Nuestras vidas se hallan dominadas esencialmente por dos fuerzas contradictorias: el impulso interior que nos mueve a adquirir nuevos niveles de conciencia y el peso mortal de nuestra ignorancia que nos empuja hacia horizontes mucho más limitados.
Nuestra tarea, para trabajar en la senda del espíritu, tiene que consistir en permitir a estas fuerzas naturales interiores llevarnos hacia delante y desatarnos de la ignorancia. Este impulso interior, no es otro que el que nos mueve hacia el estado de Buda, de Budeidad, que está latente dentro de cada uno de nosotros, oculto por la ignorancia.

Más hacia el exterior, encontramos otro círculo dividido en seis porciones, cada una de las cuales representa un nivel de existencia condicionada. Y se llama así, condicionada, porque es consecuencia de nuestras propias acciones a través del karma.

En pinturas budistas (así como en la tradición judéo-cristiana de Occidente), se suele describir el infierno como un lugar de intenso dolor y de tormento presidido por demonios, con una temperatura insoportablemente caliente, aunque también haya partes frías en donde la tortura la produce el hielo.
No es un lugar eterno, pues todo proceso es impermanente y un estado particular, dura tanto como determinan las condiciones por las que el ser toma la presente existencia. Es un lugar de depuración del karma.

EL REINO DE LOS ESPIRÍTUS HAMBRIENTOS

Aquí se amontona un conjunto de patéticas criaturas, con colores pálidos, humeantes como si surgieran de entre la niebla, obsesionadas siempre por una insaciable hambre y sed, tambaleándose sobre sus débiles piernas en busca de sustento.
No viven sino para el comer y el beber, nunca tienen suficiente y todo les deja insatisfechos y cuando consiguen algo, siguen quedándose tan insatisfechos como antes.
Es la personificación de la mente en la que predomina el ansia permanente

EL REINO DE LOS ANIMALES
Este es el ámbito de la vida del cuerpo. Todo el esfuerzo se suele aplicar a conseguir la satisfacción física de nuestros deseos y de nuestra seguridad corporal.
Se rehúsa todo esfuerzo por trascender y ver un poco más allá de las necesidades que el cuerpo nos exige, lo que marca un horizonte muy estrecho en nuestras vidas

EL REINO DE LOS TITANES
Los titanes solo conocen el arte de la guerra. No contentos con lo que poseen, estos gigantes se precipitan sobre cualquier lugar donde haya bienes apetecibles y tratan de conseguirlos de la manera que sea.
Su ansia no proviene del deseo o de la avaricia, sino porque envidian lo que otros poseen. No es que no estén contentos con lo que hacen, sino que están descontentos por lo que otros tienen.

EL REINO DE LOS HUMANOS

Es nuestro mundo de experiencias vitales. El nacimiento de una criatura se considera un importante acontecimiento que da lugar a la creación de una nueva vida espiritual que contiene en su germen el equilibrio entre el placer y el dolor, los dos polos que marcan la dirección de nuestras conductas. Para el Budismo, este es un estadio muy importante ya que contiene las oportunidades para una nueva realización espiritual.

EL REINO DE LOS CIELOS

La palabra que se usa en Pali y en Sánscrito para referirse a dios, proviene de una raíz que significa "brillar". Los dioses son los radiantes seres que viven en una inagotable fuente de placer y de gozo.
El que ha alcanzado el objetivo espiritual es el que ha creado su cielo en la tierra, el que ha evolucionado en si mismo hacia un ser superior espiritualmente. Es curioso el hecho de que en el dibujo, los dioses parecen compartir las mismas experiencias sensitivas que los humanos, aunque de una manera más especial, todo ello para indicar que el supremo conocimiento en la tierra nos acerca progresivamente a estas cotas de luz.

El círculo más exterior está dividido en 12 partes, cada uno correspondiente a una etapa del ciclo de causa y efecto, que mantiene al ser atrapado entre los seis reinos periódicos anteriormente comentados.

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